jueves, 28 de agosto de 2014

Las cuatro señales que avisan de un posible infarto de corazón

Las enfermedades cardiovasculares causan el 31,2% de las muertes en España y, entre estas, la mitad son provocadas por el infarto de miocardio (músculo del corazón).

Los ataques del corazón se producen cuando se obstruyen las arterias coronarias, lo que provoca un riego sanguíneo insuficiente y, en pocos minutos, puede causar una muerte súbita.

Por otra parte, aproximadamente la mitad de los pacientes con infarto de miocardio presentan síntomas de advertencia antes del incidente. Estos síntomas se suceden de manera gradual, en el transcurso de varios minutos, y detectar a tiempo cualquiera de ellos es esencial para evitar que el infarto provoque un daño irreparable.

Los primeros minutos a partir del momento en que se suceden los síntomas son vitales: el 75% de las muertes se producen en la primera hora desde el instante en que nos damos cuenta de que algo no marcha bien. La buena noticia es que, si actuamos rápido y llegamos al hospital a tiempo, la probabilidad de sobrevivir es del 95%.

Estas son las principales señales que pueden indicar la presencia de un ataque al corazón:

1. Fatiga y dificultades respiratorias:
La disnea, o dificultad para respirar, aparece antes de numerosos infartos, particularmente entre las mujeres, y puede comenzar meses antes de que suframos un ataque al corazón. Normalmente está acompañada de una gran fatiga.

2. Sudoración excesiva:
Sudar más de lo habitual, aunque no estemos haciendo ejercicio, puede ser una señal de que nuestro corazón tiene un problema. El bombeo de sangre a través de arterias obstruidas requiere que nuestro corazón haga un esfuerzo mayor al habitual, la temperatura corporal aumenta debido a este esfuerzo y nuestro cuerpo suda para tratar de mantenerla a raya.

3. Indigestión, nauseas y vómitos:
En ocasiones los paros cardiacos vienen precedidos por problemas digestivos, que incluyen nauseas y vómitos.

4. Dolor en el pecho
Aunque no todos los infartos están precedidos de dolor en el pecho, este es el síntoma más frecuente y más fácilmente reconocible. El dolor torácico es, por lo general, prolongado –dura en torno a 15 minutos– y se percibe como una presión intensa en el pecho, que puede extenderse hasta la espalda, los brazos y los hombros, sobre todo en el lado izquierdo (zonas que pueden llegar a dolernos más que el propio pecho). El dolor puede no ser continuado: en numerosas ocasiones viene y va, pero el infarto llegará tarde o temprano.

Por desgracia, en torno a un cuarto de los infartos son silentes, es decir: aparecen sin dolor de pecho y ningún otro síntoma; pero el resto pueden evitarse si estamos atentos a los síntomas descritos.

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