domingo, 10 de julio de 2016

Relación evolutiva entre la eyaculación precoz del varón y el orgasmo de la mujer

El profesor  D. José Enrique Campillo Álvarez, catedrático jubilado de Fisiología, perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura, escribió un precioso libro al que tituló “La cadera de Eva”, publicado por la Editorial Planeta. Y al adentrarnos en sus páginas vamos viendo la evolución de nuestra especie y cómo ha evolucionado gracias a la peculiar pelvis que nuestra hembra ha ido desarrollando, con lo que eso implica cara al embarazo y parto de unas criaturas indefensas.

Según el profesor Campillo, el estudio de la fisiología del placer sexual nos lleva a concluir que, el fin de la elección de un compañero sexual adecuado es la cópula, con el objetivo de crear un individuo portador de nuestros genes, que hará perpetuar la especie y nuestra genética.

La bipedestación ha modificado la disposición de la vagina, que se abre hacia adelante, con una clara posición ventral de la vulva, lo que permite la cópula cara a cara y, si tras la eyaculación permanece tumbada boca arriba, el semen se deslizará hacia el útero gracias a la gravedad y las contracciones vaginales y uterinas que se producen tras el orgasmo, ocasionando una “succión” del esperma. Mientras que, en cualquier hembra de mamífero, cuando camina a cuatro patas, su vagina se dispone en un plano horizontal, ligeramente inclinada hacia abajo, por lo que tras la eyaculación se facilita que, por la gravedad, el semen descienda hacia el cuello uterino.

En cuanto al orgasmo femenino, a diferencia con el del varón, ella no precisa de un período refractario. ¿Y qué importancia tiene este detalle? Pues que permite a la mujer tener varios orgasmos consecutivos. ¿Para qué, sólo para tener más placer? Pues según el profesor Campillo, “la razón evolutiva de esta diferencia puede estar al servicio de la promiscuidad de la hembra y la competencia espermática. Así, en nuestros antecesores, esta ausencia de periodo refractario en la hembra favorecía la posibilidad de recibir a otro macho inmediatamente después de que el anterior hubiese dejado el sitio libre”.

La función “aspirativa”, que ejercen las contracciones vaginales y uterinas sobre el semen, hace que se tengan más posibilidades de retener el esperma de aquél varón que haya desencadenado un orgasmo en la mujer. Y esto explica el hecho de que el orgasmo del hombre y la mujer casi nunca estén coordinados. Lo habitual es que sea más precoz y breve en el hombre y, más tardío y mantenido en la mujer. Y, esto, que origina problemas en muchas parejas, también podría tener una razón evolutiva en la especie humana. Así, si pensamos en nuestros ancestros, si el varón hubiera tenido una eyaculación tardía, también hubiera habido más problemas para fecundar a la hembra. ¿Por qué? Pues, “porque la hembra  con un orgasmo precoz podría dar por finalizado el coito antes de que él hubiera eyaculado y, en consecuencia, tendría menos posibilidades de tener descendencia y perpetuar la especie. Este último comportamiento fue el seleccionado por la evolución. Un vestigio de esta adaptación es la tendencia que tienen algunos hombres a la eyaculación precoz”.


Como vemos, la eyaculación precoz no es una enfermedad, sino restos evolutivos de nuestra especie que, gracias a tratamiento psicológico y/o farmacológico, puede ayudar a un mejor comportamiento sexual de la pareja.

El cólico de riñón: un problema veraniego

La llegada del verano es bien recibida por la mayoría de nosotros, pues con él tenemos la firme intención de olvidar los días en los que la luz solar ha brillado por su ausencia, lo que hace que nuestro estado anímico y nuestros niveles de vitamina D en sangre se encuentren por los suelos. Sin embargo, con la etapa estival también vienen las altas temperaturas que nos hacen transpirar por doquier. Y es bien sabido que, en los meses de verano se producen más cólicos de riñón debido a que sudamos más y no reponemos suficientemente los líquidos perdidos.

La litiasis  renal (“mal de piedra”, como la etiquetaba el prestigioso urólogo don Antonio Puigvert) es la tercera patología urológica más frecuente, tras las infecciones y la patología prostática. Solamente en España la prevalencia –número de casos- es del 5%, siendo más frecuente en hombres que en mujeres, con una relación de 1.6/1.

Y entre los factores predisponentes citaré los más frecuentes: a) las altas temperaturas con la consiguiente sudoración; b) baja ingesta hídrica (se aconseja un mínimo de 1.5 litros al día); c) dietas pobres en calcio, pues este mineral actúa a nivel intestinal uniéndose al oxalato (la composición más frecuente de las litiasis es de oxalato cálcico) e impidiendo su absorción; d) aumento de ingesta de proteínas animales (dietas hiperproteicas); e) dietas ricas en sal (cuidado con los alimentos procesados), pues contribuyen a la hipercalciuria -exceso de calcio en la orina-; f) dietas ricas en oxalato; g) antecedentes familiares (multiplican por tres el riesgo de padecer litiasis renal); h) hipercalcemia –exceso de calcio en sangre-; i) hipertirodismo; j) gota (multiplica por dos el riesgo de piedras en los riñones, tanto de ácido úrico como de oxalato cálcico).

Y cuando una piedra que se encuentra alojada en el riñón sale del mismo y comienza a desplazarse a través del uréter, puede causar obstrucción a la salida de orina, por lo que dilata la vía urinaria ureteral y renal ocasionando el dolor intenso y agudo que conocemos como cólico nefrítico.

Como digo, el síntoma principal del cólico de riñón es el dolor, que suele ser de tipo cólico (generalmente dura entre 20 y 60 minutos), de inicio súbito, muy intenso y que no mejora con el reposo. Se localiza en la fosa lumbar (donde todos nos tocamos refiriéndonos a la situación del riñón), y se irradia hacia delante y abajo siguiendo el trayecto ureteral hasta la vejiga, genitales externos, e, incluso, la cara interna del muslo.

La irradiación del dolor orienta sobre la localización del cálculo, de tal manera que: 1) si la piedra está alojada en el tercio superior del uréter, el dolor tiende a irradiarse al testículo en el hombre y labios mayores en la mujer; 2) si se encuentra en su tercio medio, el dolor puede confundir con una  apendicitis o una diverticulitis; 3) si está en tercio inferior del uréter, puede dar escozor al orinar, aumento de la frecuencia miccional, ardor a nivel de la uretra…

Afortunadamente, cerca del 75% de las piedras serán eliminadas de forma espontánea (y, esto depende, en gran medida, de su tamaño).


Pero, para prevenir su recurrencia habrá que aumentar  la ingesta de líquidos (sabemos que disminuye su incidencia hasta en un 60%), disminuir el consumo de proteínas animales, y controlar la ingesta de refrescos (por la alta cantidad de ácido fosfórico).