La Escherichia Coli (E.
Coli) es una bacteria que se encuentra en el intestino humano y de otros
animales. Hay muchos tipos diferentes de esta bacteria y, aunque la mayoría son
inofensivos, sin embargo, algunos son capaces de producir enfermedades
relacionadas con el tracto urinario y gastrointestinal.
En general, podemos decir
que E. Coli presenta la peculiaridad de adherirse a la superficie interna
(mucosa) de la vía urinaria, a través de unas estructuras que denominamos
adhesinas o fimbrias. Por tanto, el grado de infectividad bacteriana irá en
paralelo con la capacidad de adherencia de E. Coli. Inicialmente colonizará la
vejiga, originando una infección urinaria que conocemos como cistitis; pero si la infección asciende
hasta el riñón, puede desencadenar una infección del mismo que se etiqueta con
el término pielonefritis. En el
varón, si existe una dificultad para eliminar la orina (véase, en los problemas
de próstata), ésta retrocede introduciéndose por los conductos eyaculadores de
la próstata; ello puede afectar a su parénquima, originando una infección de la
próstata que conocemos como prostatitis.
Ahora bien: entre los
tipos de E. Coli, hay algunos que originan gastroenteritis; estas pueden ser
desde leves hasta graves; así, el E. Coli
enterohemorrágico, que se destaca por su patogenicidad puede ocasionar
desde dolores estomacales con vómitos y diarreas sanguinolentas, hasta un
cuadro clínico conocido cono síndrome
hemolítico urémico, que se
caracteriza por anemia hemolítica (destrucción de los glóbulos rojos),
trombopenia (disminución del número de plaquetas) e insuficiencia renal aguda
que, con frecuencia, requiere hemodiálisis. La mayoría de las personas se
recupera en unas semanas, pero, en ocasiones, el daño es permanente, afectando
al hígado, al páncreas e incluso al sistema nervioso central.
¿Pero cómo se contagian
los E. Coli que ocasionan gastroenteritis? Pues se transmiten vía oral, al ingerir agua o
alimentos contaminados; pero, también, puede transmitirse a través del contacto
directo con personas o animales infectados, aunque esta última vía sea más
infrecuente.
Esta bacteria puede
propagarse a través de las personas que no se lavan las manos después de ir al
baño, o de cambiar el pañal al niño. ¿Cuántas son las personas que, todavía, a
día de hoy, no se lavan las manos después de pasar por el baño? ¡Muchas,
demasiadas! Este es un hábito que hay que insistir hasta el aburrimiento.
Es fundamental, también,
lavarse muy bien las manos antes de cocinar y siempre que se haya estado en
contacto con animales. Importantísimo evitar las contaminaciones cruzadas, como
el hecho de usar el mismo cuchillo para cortar carne y después para otros
alimentos, sin antes haberlo lavado con agua y jabón.
Igualmente, es aconsejable
lavar bien los alimentos vegetales, ya que las bacterias pueden contaminar los
abonos animales empleados en agricultura y sobrevivir en la superficie de las
verduras; así que, mucho cuidado con las ensaladas y a lavarse las manos con
frecuencia.
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