martes, 19 de agosto de 2014

Escherichia Coli: una bacteria de cuidado


La Escherichia Coli (E. Coli) es una bacteria que se encuentra en el intestino humano y de otros animales. Hay muchos tipos diferentes de esta bacteria y, aunque la mayoría son inofensivos, sin embargo, algunos son capaces de producir enfermedades relacionadas con el tracto urinario y gastrointestinal.

En general, podemos decir que E. Coli presenta la peculiaridad de adherirse a la superficie interna (mucosa) de la vía urinaria, a través de unas estructuras que denominamos adhesinas o fimbrias. Por tanto, el grado de infectividad bacteriana irá en paralelo con la capacidad de adherencia de E. Coli. Inicialmente colonizará la vejiga, originando una infección urinaria que conocemos como cistitis; pero si la infección asciende hasta el riñón, puede desencadenar una infección del mismo que se etiqueta con el término pielonefritis. En el varón, si existe una dificultad para eliminar la orina (véase, en los problemas de próstata), ésta retrocede introduciéndose por los conductos eyaculadores de la próstata; ello puede afectar a su parénquima, originando una infección de la próstata que conocemos como prostatitis.

Ahora bien: entre los tipos de E. Coli, hay algunos que originan gastroenteritis; estas pueden ser desde leves hasta graves; así, el E. Coli enterohemorrágico, que se destaca por su patogenicidad puede ocasionar desde dolores estomacales con vómitos y diarreas sanguinolentas, hasta un cuadro clínico conocido cono síndrome hemolítico urémico, que se caracteriza por anemia hemolítica (destrucción de los glóbulos rojos), trombopenia (disminución del número de plaquetas) e insuficiencia renal aguda que, con frecuencia, requiere hemodiálisis. La mayoría de las personas se recupera en unas semanas, pero, en ocasiones, el daño es permanente, afectando al hígado, al páncreas e incluso al sistema nervioso central.

¿Pero cómo se contagian los E. Coli que ocasionan gastroenteritis?  Pues se transmiten vía oral, al ingerir agua o alimentos contaminados; pero, también, puede transmitirse a través del contacto directo con personas o animales infectados, aunque esta última vía sea más infrecuente.

Esta bacteria puede propagarse a través de las personas que no se lavan las manos después de ir al baño, o de cambiar el pañal al niño. ¿Cuántas son las personas que, todavía, a día de hoy, no se lavan las manos después de pasar por el baño? ¡Muchas, demasiadas! Este es un hábito que hay que insistir hasta el aburrimiento.

Es fundamental, también, lavarse muy bien las manos antes de cocinar y siempre que se haya estado en contacto con animales. Importantísimo evitar las contaminaciones cruzadas, como el hecho de usar el mismo cuchillo para cortar carne y después para otros alimentos, sin antes haberlo lavado con agua y jabón.

Igualmente, es aconsejable lavar bien los alimentos vegetales, ya que las bacterias pueden contaminar los abonos animales empleados en agricultura y sobrevivir en la superficie de las verduras; así que, mucho cuidado con las ensaladas y a lavarse las manos con frecuencia.

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