Hasta hace poco tiempo, la eyaculación precoz (EP)
era un trastorno sexual casi desconocido, dado que la preocupación e interés
por el placer y la satisfacción sexual tenía mucha menos relevancia en la vida
de la pareja que la capacidad procreadora, y esto era mucho más manifiesto
entre las mujeres.
Sin embargo, la revolución y el cambio vinieron de
ellas. ¿La razón? Los cambios acaecidos a lo largo del pasado siglo XX con el
acceso en masa de la mujer al mercado laboral y la aparición de los modernos
métodos anticonceptivos. Ambos hechos han permitido alcanzar cuotas de
independencia, tanto económica como sexual, siendo más reivindicativas en la
búsqueda del placer y la satisfacción sexual. A partir de entonces, la EP
“salió del armario”, convirtiéndose en uno de los problemas más frecuentes
dentro del campo de la disfunción sexual masculina.
A pesar de que la
eyaculación precoz (EP) es una disfunción sexual masculina muy frecuente, los trastornos
eyaculatorios todavía son una de las áreas menos estudiadas dentro del campo de
las disfunciones sexuales. A
menudo los pacientes son reacios a hablar de sus síntomas,
por lo que muchos son infradiagnosticados e infratratados. Es fácil imaginar el
impacto negativo que esta disfunción puede causar sobre la calidad de vida de
estos pacientes y de sus parejas, además de dificultar o imposibilitar la
función reproductiva.
Aquellos varones que padecen un escaso control
eyaculatorio, y, especialmente si no son debidamente comprendidos por sus
parejas sexuales, pueden acabar con un sentimiento general de fracaso, pudiendo
desarrollar posteriormente una disfunción psicológica, a lo que se puede sumar
una conducta de evitación sexual, discusiones de pareja, pérdida de la armonía
de convivencia e, incluso, la ruptura de la relación con la consiguiente separación. La difusión sobre los avances en el conocimiento de la
disfunción eréctil y la mejora en su manejo global han permitido que muchos pacientes
consulten por este motivo, abriendo las puertas a la comunicación de trastornos
eyaculatorios.
¿Pero qué se entiende por Eyaculación Precoz (EP)?
Según la Organización Médica de la Salud (OMS), la EP se
define como la incapacidad para retrasar la eyaculación de forma suficiente como
para disfrutar de la relación sexual, y se manifiesta tanto por la eyaculación
antes o inmediatamente después de la penetración, como por la presencia de
eyaculación en ausencia de suficiente erección como para posibilitar el coito.
Esta situación no debe ser el resultado de una abstinencia sexual prolongada.
Otra definición de la EP nos la
conceptúa como un patrón de eyaculación
persistente o recurrente durante la actividad sexual tras aproximadamente 1
minuto después de la penetración y antes de que se desee. Debe de estar
presente durante al menos 6 meses y ocurrir en todas o casi todas (75-100%) de
las ocasiones.
Sin embargo, el punto de mayor debate es cuantificar el tiempo
de eyaculación necesario como para considerarla precoz, un
factor que hasta ahora ninguna definición ha concretado claramente. Por todo
esto se intentó hacer una
definición de la EP no basada en la opinión de expertos, sino en estudios epidemiológicos.
Así, la International Society for Sexual Medicine (ISSM) acuñó por primera vez
una definición de la EP basada en la evidencia. Es la siguiente: la eyaculación
precoz es una disfunción sexual masculina caracterizada por la eyaculación que
siempre o casi siempre ocurre antes o aproximadamente un minuto
después de la penetración vaginal, con incapacidad para retrasarla en todas o
casi todas las
penetraciones vaginales, y que se acompaña de consecuencias personales
negativas como la aflicción, la
incomodidad, la frustración y/o la evitación de relaciones sexuales.
Epidemiología
Entre los grandes estudios epidemiológicos efectuados en este
campo cabe mencionar el Global Study of Sexual Attitudes and Behaviors (GSSAB),
llevado a cabo mediante entrevistas telefónicas y personales, así como a través
de cuestionarios autocumplimentados enviados por correo electrónico a más de 13.000
hombres de entre 40 y 80 años seleccionados de forma aleatoria y procedentes de
29 países diferentes. El GSSAB confirma que la prevalencia
mundial de EP se sitúa en torno al 25-30%, con unas tasas
relativamente similares en todos los países.
Según otro estudio realizado por el mismo grupo de
investigadores,
en España la EP es la disfunción sexual más habitual en los hombres, con una
prevalencia (número de pacientes) del 31%. Parecidos resultados se obtuvieron
en el Premature Ejaculation Prevalence and Attitudes (PEPA), un estudio de
escala internacional efectuado a través de una encuesta en Internet. Se
recogieron datos de 12.133
hombres de entre 14 y 80 años y se obtuvo una prevalencia de EP del 22,7% (del
24% en Estados Unidos, el
20,3% en Alemania y el 20% en Italia), sin que se evidenciasen diferencias
significativas entre las distintas edades para los hombres mayores de 24 años.
Grupos de diferentes países europeos señalan unas tasas de prevalencia
equiparables: del 9% en hombres suecos de
entre 18 y 74 años (con la siguiente prevalencia por edades: 4% para los de
18-24 años, 7% para los de 25-34 años, 8% para los de 35-49 años y los de 50-65
años, y 14% para los de 66-74 años), del 14% entre hombres daneses de 51 años,
del 13% entre los hombres de 50 a 78 años en los Países Bajos y del 15% en
franceses de 18 a 69 años (un 5% con eyaculación previa a la penetración y un
10% con EP tras la penetración). El estudio estadounidense National Health and
Social Life Survey
(USA-NHSLS) observa una tasa de prevalencia entre los hombres de 18 a 59 años
de Estados Unidos del 31%; al clasificarla por edades, la prevalencia fue del
30% en los hombres de 18-29 años, del 32% en los de 30-39 años, del 28% en los
de 40-49 años y del 55% en los de 50-59 años.
Según los estudios epidemiológicos disponibles, sólo un 10-25%
de ellos solicitan atención médica.
Fisiología de la eyaculación
La eyaculación representa la fase final del ciclo de respuesta
sexual masculina y constituye un complejo reflejo eyaculatorio en el que se
distinguen dos fases: una primera fase de
emisión, en la que el fluido seminal es depositado en la uretra posterior, y una segunda fase de expulsión de este fluido al exterior, que es propulsado de
forma pulsátil.
Las contracciones propulsivas del músculo liso prostático,
vasos deferentes y vesículas seminales permiten la fase de emisión. Esta dura
de 5 a 20 segundos y se acompaña de una sensación de inminencia e inevitabilidad
de la eyaculación.
Durante la fase de
expulsión se produce la contracción de los músculos bulboesponjoso,
isquiocavernoso, que rodean al pene, y del elevador del ano, junto a la
relajación del esfínter uretral externo para permitir la salida del esperma. Dura
de 8 a 15 segundos y se acompaña, normalmente, de una placentera sensación
psicofisiológica del orgasmo.
Dr. Fernando Monreal
Unidad de
Patología Prostática y Salud Sexual.