miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿Existe la eyaculación femenina?

El erotismo, el placer y la excitación suelen ser la antesala de la eyaculación; aunque no siempre son conscientes, todas las mujeres pueden experimentar esta respuesta sexual.

La  eyaculación es un parafenómeno de la respuesta sexual femenina como puede ser la sudoración o la contracción muscular intensa del suelo pélvico en el momento del orgasmo.

La uretra femenina mide 3 cm aproximadamente y en ese espacio hay unas 30 glándulas. El fluido está en lo que algunos autores denominan la "próstata femenina”, compuesta por las glándulas uretrales, parauretrales y el conducto de Skene.

Al contrario de lo que se puede pensar, no es ni orina ni líquido lubricante.  El fluido contiene antígeno prostático específico (PSA), que hasta ese momento solo se había encontrado en el hombre. Y, al tener la misma composición que las glándulas prostáticas masculinas, las femeninas emiten el mismo PSA.

Otro de los componentes químicos a destacar es la fosfatasa ácida e, inevitablemente comparte elementos de la orina. En cualquier relación sexual, tanto los fluidos del hombre como los de la mujer, se mezclan con los restos de orina que hay en la uretra.
 Diferencias con la eyaculación masculina. Las diferencias en contenido son muy notables. Así, el líquido seminal es muy rico en zinc, fructosa y albúmina, elementos que no están presentes en el fluido femenino, que tampoco contiene espermatozoides.
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Enfermedad Pélvica Inflamatoria

¿En qué consiste esta alteración?
La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una infección e inflamación que afecta al aparato reproductor femenino: útero,ovario y trompas de Falopio. Puede afectar a cualquier mujer sexualmente activa, siendo más frecuente entre mujeres jóvenes y en edad de procrear.
¿Se sabe cuál es la causa?
La enfermedad inflamatoria pélvica aparece cuando las bacterias de la vagina y el cuello uterino ascienden hacia el útero, los ovarios o las trompas de Falopio. Es una complicación grave de ciertas enfermedades de transmisión sexual (ETS), especialmente de la infección por clamidia y de la gonorrea. La infección por estas bacterias puede producir síntomas inespecíficos o no dar síntomas y pasar desapercibida. También se puede producir por  infecciones que no se transmiten sexualmente, como en el caso de vaginosis bacteriana (por alteración de la flora vaginal a causa de bacterias oportunistas).
¿Qué factores de riesgo predisponen su manifestación?
- Adolescentes sexualmente activas.
- Menstruación reciente. Durante la menstruación las alteraciones en el moco cervical facilitan la migración ascendente de las bacterias hacia la cavidad endometrial.
- Haber padecido previamente una enfermedad de transmisión sexual. 
- Tener múltiples compañeros sexuales, o una pareja que tiene relaciones sexuales con muchas otras personas. 
Procedimientos invasivos del aparato genital:
- Colocación o retirada de DIU.
- Duchas vaginales (alteran la composición de la flora vaginal y pueden      trasladar las bacterias desde la vagina hacia los órganos genitales internos superiores.)
- Partos o abortos.
¿Cuáles son los síntomas?
En la enfermedad inflamatoria pélvica, los síntomas pueden ser leves e incluso inexistentes, lo cual puede dificultar el diagnóstico precoz de la enfermedad:
- secreción vaginal anormal.
- dolor en abdomen.
- sangrado menstrual anormal.
- fiebre y escalofríos.
- molestias al orinar.
- náuseas y vómitos.
-dolor con las relaciones sexuales.
¿Qué complicaciones pueden aparecer?
La enfermedad inflamatoria pélvica puede producir problemas graves y a largo plazo:
- Infertilidad.
- Un 10 a 15% de las mujeres con enfermedad inflamatoria pélvica pueden quedar infértiles y, si la mujer tiene múltiples casos de enfermedad inflamatoria pélvica, aumentan las posibilidades de esterilidad.
- La enfermedad inflamatoria pélvica puede producir cicatrices y dañar las trompas de Falopio. Esto impide, tanto el movimiento normal de los óvulos hacia el útero como la llegada del  espermatozoide que no puede fertilizar el óvulo.
- Embarazo ectópico (embarazo donde el ovulo fertilizado empieza a desarrollarse en un lugar fuera de útero, por lo general en las trompas de Falopio), a consecuencia del tejido cicatricial provocado por la EIP que impide que un óvulo fecundado se desplace al útero.
- Dolor pélvico crónico. Dolor en la zona de la pelvis que dura 6 meses o más.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad inflamatoria pélvica?
El diagnóstico se basa, por lo general, en hallazgos clínicos leves (dolor, secreción vaginal, fiebre,) junto con el antecedente de factores de riesgo.
Se debe realizar una buena historia clínica, analítica y exploraciones complementarias como ecografía o laparoscopia (observación de la cavidad abdominal mediante una lente) si fuera preciso.
¿Hay que tratar la enfermedad inflamatoria pélvica?
Sí, y lo antes posible. Cuanto más tiempo se tarde  en tratar la infección, mayor es el riesgo de tener complicaciones. El tratamiento de elección son los antibióticos, que son suficientes para eliminar la infección pero no solucionan las complicaciones.
Se recomienda hospitalizar a las mujeres  si:
- el diagnóstico no es definitivo.
- en caso de embarazo.
- se deben dar antibióticos por vía intravenosa.
- tienen náuseas, vómitos o  fiebre alta.
- sospecha de complicaciones.
Los compañeros sexuales de la mujer también deben recibir tratamiento.
El tratamiento temprano de las enfermedades de transmisión sexual puede prevenir la enfermedad inflamatoria pélvica. Para prevenirla se debería, es importante usar preservativo y limitar el número de compañeros sexuales.
En general, los síntomas de alarma son la úlcera genital; secrección con olor, sangrado entre periodos menstruales o ardor al orinar. Ante estos síntomas debe contactar con su médico.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Eyaculación Precoz (conceptos clave para su conocimiento)


Hasta hace poco tiempo, la eyaculación precoz (EP) era un trastorno sexual casi desconocido, dado que la preocupación e interés por el placer y la satisfacción sexual tenía mucha menos relevancia en la vida de la pareja que la capacidad procreadora, y esto era mucho más manifiesto entre las mujeres.

Sin embargo, la revolución y el cambio vinieron de ellas. ¿La razón? Los cambios acaecidos a lo largo del pasado siglo XX con el acceso en masa de la mujer al mercado laboral y la aparición de los modernos métodos anticonceptivos. Ambos hechos han permitido alcanzar cuotas de independencia, tanto económica como sexual, siendo más reivindicativas en la búsqueda del placer y la satisfacción sexual. A partir de entonces, la EP “salió del armario”, convirtiéndose en uno de los problemas más frecuentes dentro del campo de la disfunción sexual masculina.

 A pesar de que la eyaculación precoz (EP) es una disfunción sexual masculina muy frecuente, los trastornos eyaculatorios todavía son una de las áreas menos estudiadas dentro del campo de las disfunciones sexuales. A menudo los pacientes son reacios a hablar de sus síntomas, por lo que muchos son infradiagnosticados e infratratados. Es fácil imaginar el impacto negativo que esta disfunción puede causar sobre la calidad de vida de estos pacientes y de sus parejas, además de dificultar o imposibilitar la función reproductiva.

Aquellos varones que padecen un escaso control eyaculatorio, y, especialmente si no son debidamente comprendidos por sus parejas sexuales, pueden acabar con un sentimiento general de fracaso, pudiendo desarrollar posteriormente una disfunción psicológica, a lo que se puede sumar una conducta de evitación sexual, discusiones de pareja, pérdida de la armonía de convivencia e, incluso, la ruptura de la relación con la consiguiente separación. La difusión sobre los avances en el conocimiento de la disfunción eréctil y la mejora en su manejo global han permitido que muchos pacientes consulten por este motivo, abriendo las puertas a la comunicación de trastornos eyaculatorios.

¿Pero qué se entiende por Eyaculación Precoz (EP)?

Según la Organización Médica de la Salud (OMS), la EP se define como la incapacidad para retrasar la eyaculación de forma suficiente como para disfrutar de la relación sexual, y se manifiesta tanto por la eyaculación antes o inmediatamente después de la penetración, como por la presencia de eyaculación en ausencia de suficiente erección como para posibilitar el coito. Esta situación no debe ser el resultado de una abstinencia sexual prolongada.

Otra definición de la EP nos la conceptúa  como un patrón de eyaculación persistente o recurrente durante la actividad sexual tras aproximadamente 1 minuto después de la penetración y antes de que se desee. Debe de estar presente durante al menos 6 meses y ocurrir en todas o casi todas (75-100%) de las ocasiones.

Sin embargo, el punto de mayor debate es cuantificar el tiempo de eyaculación necesario como para considerarla precoz, un factor que hasta ahora ninguna definición ha concretado claramente. Por todo esto se intentó hacer una definición de la EP no basada en la opinión de expertos, sino en estudios epidemiológicos. Así, la International Society for Sexual Medicine (ISSM) acuñó por primera vez una definición de la EP basada en la evidencia. Es la siguiente: la eyaculación precoz es una disfunción sexual masculina caracterizada por la eyaculación que siempre o casi siempre ocurre antes o aproximadamente un minuto después de la penetración vaginal, con incapacidad para retrasarla en todas o casi todas las penetraciones vaginales, y que se acompaña de consecuencias personales negativas como la aflicción, la incomodidad, la frustración y/o la evitación de relaciones sexuales.

Epidemiología

Entre los grandes estudios epidemiológicos efectuados en este campo cabe mencionar el Global Study of Sexual Attitudes and Behaviors (GSSAB), llevado a cabo mediante entrevistas telefónicas y personales, así como a través de cuestionarios autocumplimentados enviados por correo electrónico a más de 13.000 hombres de entre 40 y 80 años seleccionados de forma aleatoria y procedentes de 29 países diferentes. El GSSAB confirma que la prevalencia mundial de EP se sitúa en torno al 25-30%, con unas tasas relativamente similares en todos los países.

Según otro estudio realizado por el mismo grupo de
investigadores, en España la EP es la disfunción sexual más habitual en los hombres, con una prevalencia (número de pacientes) del 31%. Parecidos resultados se obtuvieron en el Premature Ejaculation Prevalence and Attitudes (PEPA), un estudio de escala internacional efectuado a través de una encuesta en Internet. Se recogieron datos de 12.133 hombres de entre 14 y 80 años y se obtuvo una prevalencia de EP del 22,7% (del 24% en Estados Unidos, el 20,3% en Alemania y el 20% en Italia), sin que se evidenciasen diferencias significativas entre las distintas edades para los hombres mayores de 24 años.

Grupos de diferentes países europeos señalan unas tasas de prevalencia equiparables: del 9% en hombres suecos de entre 18 y 74 años (con la siguiente prevalencia por edades: 4% para los de 18-24 años, 7% para los de 25-34 años, 8% para los de 35-49 años y los de 50-65 años, y 14% para los de 66-74 años), del 14% entre hombres daneses de 51 años, del 13% entre los hombres de 50 a 78 años en los Países Bajos y del 15% en franceses de 18 a 69 años (un 5% con eyaculación previa a la penetración y un 10% con EP tras la penetración). El estudio estadounidense National Health and Social Life Survey (USA-NHSLS) observa una tasa de prevalencia entre los hombres de 18 a 59 años de Estados Unidos del 31%; al clasificarla por edades, la prevalencia fue del 30% en los hombres de 18-29 años, del 32% en los de 30-39 años, del 28% en los de 40-49 años y del 55% en los de 50-59 años.

Según los estudios epidemiológicos disponibles, sólo un 10-25% de ellos solicitan atención médica.

Fisiología de la eyaculación

La eyaculación representa la fase final del ciclo de respuesta sexual masculina y constituye un complejo reflejo eyaculatorio en el que se distinguen dos fases: una primera fase de emisión, en la que el fluido seminal es depositado en la uretra posterior, y una segunda fase de expulsión de este fluido al exterior, que es propulsado de forma pulsátil.

Las contracciones propulsivas del músculo liso prostático, vasos deferentes y vesículas seminales permiten la fase de emisión. Esta dura de 5 a 20 segundos y se acompaña de una sensación de inminencia e inevitabilidad de la eyaculación.

 Durante la fase de expulsión se produce la contracción de los músculos bulboesponjoso, isquiocavernoso, que rodean al pene, y del elevador del ano, junto a la relajación del esfínter uretral externo para permitir la salida del esperma. Dura de 8 a 15 segundos y se acompaña, normalmente, de una placentera sensación psicofisiológica del orgasmo.

Dr. Fernando Monreal

Unidad de Patología Prostática y Salud Sexual.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

30 mitos sobre la sexualidad masculina

"El tamaño importa" es tal vez uno de los mitos más extendidos entre la población, pero está lejos de ser el único. Un estudio realizado por científicos de la Universidad Marmara, en Estambul (Turquía), demuestra que, en la actualidad, la sexualidad masculina está muy influenciada por un conjunto de afirmaciones sin ninguna base científica.

Para la investigación, los expertos realizaron un cuestionario a 167 varones de entre 18 y 67 años sobre sus creencias sexuales. En el formulario se les preguntaba acerca de 30 leyendas sobre la sexualidad masculina, además de sobre información relevante como edad, estado civil, nivel de estudios, empleo, lugar de nacimiento y primera relación sexual.
La sexualidad masculina va más allá de una simple erección, y hay multitud de factores como el estrés o la vida sentimental que pueden afectar al deseo sexual
La creencia más extendida entre los participantes del estudio fue que "ellos deben saber cómo satisfacer a una mujer" (77%), seguido de cerca por la que reza que "los hombres siempre quieren sexo" y siempre están dispuestos a tener relaciones (73%). Otros mitos fueron que "el coito es el principal objetivo de un encuentro sexual" (70%) o que "la erección es siempre un signo de excitación sexual" (65%). Más de la mitad de los encuestados afirmó que "la clave de un buen coito es un pene de gran tamaño" y que "cuanto mayor es el tamaño, más excitadas se muestran las mujeres".

También la mayoría consideró que una relación sexual "solo es buena si ambos miembros de la pareja llegan al orgasmo", y que "cuando los componentes de la pareja se aman, saben cómo proporcionar placer en el otro". Por último, de forma sorprendente, un 55% de los encuestados señaló que "las mujeres son las responsables de la disfunción sexual" en el hombre, de modo que ni el tratamiento ni la ayuda médica son efectivos para combatirla. Por otro lado, los mensajes menos populares fueron que "el hombre o la mujer no pueden negarse a tener relaciones sexuales" y que "el sexo oral es sucio".

Como curiosidad, casi un 70% de los participantes confesó que la información en la que se basaban para responder las preguntas provenía de consejos y conversaciones con amigos, seguida de un 16% de participantes cuya principal fuente de información fue el material erótico pornográfico. Solo un 13% afirmó que se apoyaba en material didáctico de revistas y televisión, y apenas un 2% obtuvo sus conocimientos sexuales a partir de sus padres.

Falsos mitos sexuales en el hombre

Hay numerosas opiniones sin base científica que pueden condicionar la vida sexual. Una de las ideas más difundidas es que el tamaño del pene influye en el placer de la mujer, siendo este mayor cuanto más grande es el miembro masculino. Sin embargo, está demostrado que las partes más sensibles de la mujer son también las más externas, entre las cuales destacan el clítoris y la entrada al conducto vaginal, por lo que un pene más grande no implica una mayor estimulación de esta zona.

Otra afirmación errónea muy extendida es que el hombre siempre está dispuesto al sexo. La sexualidad masculina va más allá de una simple erección, y hay multitud de factores, como el estrés o la vida sentimental, que pueden afectar al deseo sexual.

Otra falsa idea es que el alcohol es un estimulante sexual, y si bien puede provocar una desinhibición y facilitar el encuentro entre dos personas, también es un potente vasodilatador y un inhibidor del sistema nervioso central, por lo que su consumo puede dificultar la erección, la coordinación y los reflejos, además de dificultar la ejecución del coito.

Tradicionalmente ha habido numerosas leyendas alrededor de la masturbación. Se ha dicho que provoca disfunción eréctil, acné, ceguera, sordera, locura... No obstante, hace algunos años que los sexólogos lo han desmentido y han comprobado, además, que es una herramienta útil para la exploración sexual y la satisfacción personal.

También preocupa a muchos varones que la vasectomía les reduzca el apetito sexual; sin embargo, tan solo es una simple intervención quirúrgica que impide la salida de los espermatozoides durante el acto sexual, y no tiene ninguna influencia sobre el deseo.

Por último, el punto G masculino es otro de los temas tabús. En los últimos años se ha descubierto y demostrado que el hombre tiene un punto G, de sensibilidad extrema, y que de ser estimulado, puede desencadenar orgasmos. Se trata, sin ir más lejos, de la próstata, una pequeña glándula del sistema reproductor en forma de nuez que participa en la producción del esperma.

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Infecciones vaginales

¿Son muy frecuentes las infecciones vaginales?
Sí, es una de las patologías más habituales en las consultas uro-ginecológicas y de medicina general. El 30% de las mujeres que acuden a las consultas las sufren o se quejan de ellas.

¿Son más frecuentes en verano?  
En esta época del año son más frecuentes las recurrencias, debidas a alteraciones del pH vaginal, más habitual en verano por la humedad de los bañadores, el cambio de la alimentación en vacaciones o los viajes. Pero el pH se altera también por muchas otras causas, como utilizar compresas.

¿Qué sucede?
En la vagina habitan microorganismos vivos que, cuando hay un equilibrio de las condiciones del medio vaginal, protegen contra las gérmenes externos. Cuando se altera el pH, se desarrollan más infecciones externas y hay más posibilidades de que esos mismos microorganismos irriten y provoquen síntomas vaginales muy molestos. Este segundo supuesto ocurre en las vaginosis bacterianas y las vaginitis por hongos.

¿Cuáles son las más comunes? ¿Y sus principales microorganismos?
Las más frecuentes son las vaginosis bacterianas, seguidas de la candidiasis, que es la segunda causa de vaginitis. En cuanto a los microorganismos que las provocan, son la "Gardnerella vaginalis" y los hongos como la "Candida albicans".

¿Cuáles son los síntomas por los que una mujer puede sospechar que tiene una infección y acudir al médico?  
Los síntomas de vaginitis inducen cambios en el aspecto del flujo de la vagina, en su color y espesor, picor en la vulva, escozor vaginal, sequedad al utilizar tampones y molestias en las relaciones sexuales.

Si se tarda en consultar al médico, ¿cuáles son las consecuencias?
En general, se consulta bastante rápido por estos síntomas y no hay grandes consecuencias sobre el estado de salud de la mujer, aunque pueden ser muy incómodos. Uno de ellos es el dolor en las relaciones sexuales, ya que la mujer sí tarda más en consultar al médico los aspectos relacionados con el sexo.

¿Estas infecciones suponen un riesgo en el embarazo?
Una de ellas, la vaginosis bacteriana, se ha relacionado con partos prematuros. A pesar de que esta asociación todavía no ha quedado bien demostrada, en algunas comunidades autónomas ya se realiza un test de vaginosis bacteriana, ante este posible riesgo.

¿Se pueden sufrir de manera crónica?  
A menudo, se cronifican. El escollo de estas infecciones es su repetición. Consisten en eso, en una alteración del medio vaginal que, si no se controla, se desarrolla de nuevo. A pesar de haberse tratado de manera correcta, hasta un 28,3% se repite. En ocasiones, se debe al propio tratamiento de la enfermedad, que induce a alteraciones del ecosistema vaginal. Por eso, después de los antibióticos, se recomienda utilizar tratamientos probióticos que contienen lactobacilos (microorganismo responsable del equilibrio vaginal). Los tratamientos probióticos equilibran el medio de la vagina para evitar la recurrencia.

¿Cómo se administran estos probióticos?
Para el tratamiento de las infecciones vaginales se administran, una vez finalizada la pauta antibiótica, por medio de un óvulo o en cápsulas que se introducen dentro de la vagina.

¿Durante cuánto tiempo?
Si las infecciones son muy recurrentes, se utilizan los probióticos, primero al finalizar el tratamiento antibiótico, de ocho a diez días, y después, tras cada ciclo menstrual, ocho o diez días durante tres o cuatro ciclos.

Cuando una mujer tiene una infección vaginal, ¿también hay que tratar a su pareja? ¿Sirven los probióticos?
Los probióticos están ideados para evitar la recidiva (reaparición) causada por los mecanismos de la propia vagina cuando se desequilibra, por lo que no sirven para ellos. Pero hay otro tipo de infecciones que exigen tratar a la pareja: las recidivas por hongos, que son típicas en los hombres con diabetes, con más problemas de candidiasis, o las provocadas por trichomonas. En estos casos, siempre hay que tratar a la pareja.

¿Ya están disponibles estos tratamientos?
Lo están y ya se utilizan.  Además, pronto saldrá al mercado un producto novedoso, un tampón higiénico que llevará el probiótico dentro, incorporado.

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Primeras señales de la incontinencia urinaria

Los síntomas de la incontinencia son desde una fuga leve hasta una salida abundante e incontrolable de orina.

La incontinencia urinaria se define como "cualquier pérdida involuntaria de orina que provoca algún tipo de molestia o problema, acompañada o no de sensación urgente de miccionar". Aunque durante el envejecimiento se dan diversos cambios fisiológicos que la favorecen, también puede ser un síntoma que enmascare alguna afección oculta que hay que estudiar.

Los síntomas pueden ser desde una fuga leve hasta una salida abundante e incontrolable de orina. Aunque hay diferentes tipos, la mayoría de los problemas ocurren cuando los músculos están demasiado débiles o demasiado activos.
  • Por esfuerzo: los músculos y ligamentos que mantienen el cuello de la vejiga cerrada se debilitan y se producen pérdidas de orina al estornudar, reír o levantar objetos pesados.
  • De urgencia: el músculo de la vejiga (detrusor) está demasiado activo (vejiga hiperactiva) y es posible que la persona afectada sienta una fuerte necesidad por ir al baño a orinar.
  • Mixta: cuando se da una combinación de los dos tipos anteriores.
  • Por rebosamiento: en la que se producen pequeñas pérdidas tanto por el día como por la noche. La vejiga, por la debilidad del músculo o por obstrucción (próstata), no se vacía del todo y provoca que se llene al máximo y, cuando hay un aumento de presión en el abdomen, se escapan pequeñas cantidades.
Hay antecedentes que favorecen la incontinencia, como embarazos, partos traumáticos, intervenciones ginecológicas o cirugía de próstata; o problemas médicos como Parkinson, afección de la médula espinal, diabetes mal controlada, insuficiencia cardíaca, infecciones urinarias, estreñimiento, demencia, infartos cerebrales o hidrocefalia. El consumo de algunos medicamentos, como diuréticos, hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos, calcioantagonistas, anticolinérgicos u opiáceos, entre otros, también pueden provocarla.

Convivir con la incontinencia urinaria

Aunque hay tratamientos médicos para la incontinencia urinaria, los especialistas lanzan algunos consejos para minimizar la afectación a la vida diaria:
  • Cuidar la piel de alrededor de la uretra: hay que limpiar la zona justo después de orinar, para evitar irritación e infecciones. En el mercado se comercializan limpiadores cutáneos específicos. Es recomendable la higiene diaria con agua caliente y de forma suave, para no dañar la piel; y, tras el baño, utilizar crema protectora y humectante.

  • Dieta saludable y ejercicio: consumir alimentos saludables, hacer ejercicio regular y mantener un peso adecuado. También es aconsejable beber mucha agua, porque contribuye a minimizar el mal olor y, aunque parezca una contradicción, tomar más líquido puede incluso ayudar a reducir el escape. Sin embargo, es mejor abstenerse de beber entre dos a cuatro horas antes de acostarse. Y evitar siempre las bebidas frías, pues favorecen los espasmos o contracciones involuntarias de la vejiga (Incontinencia de urgencia). También debe de evitarse la cafeína y el alcohol.

  • Controlar la necesidad de orinar: hay ejercicios que pueden favorecer una reducción de los escapes de orina, como el entrenamiento de vejiga para prolongar el tiempo entre visitas al baño, mejorar el control sobre la necesidad imperiosa de orinar y aumentar la cantidad de orina que puede retener la vejiga. Primero hay que preguntar al médico sobre cómo empezar un programa de entrenamiento de la vejiga, ya que él es quien puede ayudar a crear un plan adecuado. El entrenamiento puede llevarse a cabo de diferentes maneras:
    1. Ejercicios de Kegel: actividad que contribuye a fortalecer los músculos que se usan para detener el flujo de orina.
    2. Retraso de la orina: ejercicios para aprender a posponer la orina cuando se siente la necesidad imperiosa de orinar. Se empieza intentando retener la orina durante cinco minutos cada vez que se siente una necesidad imperiosa de orinar. Cuando resulte fácil esperar los cinco minutos, entonces se aumenta el tiempo a diez minutos y, así, progresivamente hasta que se logre orinar solo cada tres o cuatro horas.

  • Idas al baño programadas: algunas personas controlan la incontinencia yendo al baño según un programa de horas establecidas, con independencia de si siente la necesidad imperiosa o no.
Las opciones terapéuticas disponibles van desde medicamentos o dispositivos médicos, hasta la cirugía. El tratamiento dependerá siempre de la incontinencia que se sufra y de la causa desencadenante.

Más información en: http://www.bubok.es/libros/236737/Urologia-para-la-pareja-Lo-que-toda-pareja-quisiera-que-le-explicara-su-urologo

jueves, 13 de noviembre de 2014

Actividad sexual e infarto agudo de miocardio

Se estima que 4/1.000 varones al año sufrirá un infarto de miocardio (IAM). Afortunadamente, de estos, menos de un 1% ocurrirán durante la actividad sexual.

Esta asociación es debida a que la actividad sexual requiere de una actividad física de grado ligero-moderado. Esto se traduce en un aumento de la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial. La actuación de estos factores sobre una placa arteriosclerótica coronaria vulnerable puede desencadenar su... ruptura. La exposición de su contenido a la circulación y la activación de la coagulación puede desencadenar la oclusión aguda de una arteria coronaria, que es la base del infarto.

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domingo, 2 de noviembre de 2014

Las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), en aumento

"Todas las ETS , absolutamente todas, están aumentando de forma progresiva y continuada"

Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se infectan 448 millones de personas en todo el mundo de cuatro enfermedades sexuales curables: clamidia, sífilis, gonorrea y tricomoniasis. Por ejemplo, las cifras de la clamidia en España, según los últimos datos apuntados por los expertos, rondan los siete-ocho casos por 100.000 habitantes. Por su parte, los casos que aparecen al año de gonorrea son de cinco a 10 episodios por cada 100.000 habitantes, cifra que no desentona con la incidencia en Europa.
Lo mismo que el virus del papiloma humano (VHP, por sus siglas en inglés), que en España ocupa el mayor número de las consultas de ETS. Puede manifestarse de muchas maneras, pero en forma de verrugas genitales son sin duda la más frecuente.
El motivo del aumento de estas ETS tiene un claro 'culpable': la relajación en cuanto a los métodos de protección. La gente se ha relajado principalmente porque la incidencia del sida ha disminuido considerablemente en los últimos años gracias a los nuevos tratamientos que existen. Es una enfermedad que afortunadamente somos capaces de controlar y por ello la gente ya no le tiene miedo y, además, ya no tiene el estigma a nivel social que tenía antes, sobre todo entre los hombres que tienen sexo con hombres.
Por ello, es muy importante concienciar a la sociedad en general de la importancia de usar medidas de protección y "de evitar las sustancias tóxicas", ya que según diferentes estudios, la ingesta de alcohol o de drogas aumenta la probabilidad de tener una relación sexual de riesgo.

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