miércoles, 24 de diciembre de 2014

Herpes genital

Puede ser causado por los dos tipos de virus de herpes simple, el 1 (VHS-1) y el 2 (VHS-2). La infección genital la produce sobre todo el VHS-2, el VHS-1 suele generar con mayor frecuencia infecciones orales.

El VHS-2 se transmite por contacto sexual (vaginal, anal u oral), a partir de personas que tienen lesiones activas, aunque, en ocasiones, quienes la trasmiten no presentan síntomas. Se extiende con mucha facilidad en las mujeres y con su contagio aumenta el riesgo de cáncer de útero. Además, en caso de embarazo puede provocar aborto o parto prematuro. Si el recién nacido se contagia durante el nacimiento, puede morir o sufrir serios daños cerebrales.

En las mujeres afectadas aparecen pequeñas vesículas dolorosas que con posterioridad se ulceran. Estas úlceras surgen en los genitales externos, las zonas próximas al ano, muslos o nalgas. Pueden presentarse también en el interior de la vagina e incluso en el cuello del útero. Se manifiestan entre los días 2 y 21 después de haber sido contraída y duran de dos a tres semanas. Otros síntomas pueden ser fiebre, nódulos linfáticos hinchados y síntomas parecidos a los de la gripe, además de dolor al orinar. 

En el hombre el cuadro es parecido, pero localizado en el pene o cerca del ano. Aunque los síntomas desaparecen antes del mes, el virus se encuentra en estado latente, periodo durante el cual no es contagioso pero puede brotar de nuevo en el paciente, que debería volver a iniciar el tratamiento.

La reaparición es una característica común de los virus herpes, y sobre todo del VHS-2, pero, si sucede, suele ser de duración más corta (sobre una semana) que la presentación inicial y a menudo pasa desapercibida. En pacientes portadores del virus VIH las lesiones suelen ser más graves y más dolorosas.

La infección se sospecha por el aspecto de las vesículas y se confirma por el análisis de laboratorio. El tratamiento del primer episodio de herpes genital se realiza con fármacos antivíricos (aciclovir, famciclovir, etc.) siguiendo las pautas que el médico recomiende. Es necesario un tratamiento adicional para aliviar las molestias y los dolores que se producen. También hay pautas para el tratamiento de las molestas reapariciones.

Algunos conceptos sobre la Sífilis

Es una infección sexual de fácil transmisión y de consecuencias muy graves si no se realiza un tratamiento adecuado. Se conoce también con el nombre de chancro o pústula. El agente causal es una bacteria de nombre treponema pallidum. Es muy contagiosa y hay un 50% de probabilidades de que una persona con sífilis infecte a otra con sólo una relación sexual.
Una vez que ha entrado la bacteria en el organismo a través del contacto sexual, se desarrolla la infección en tres etapas con diferentes síntomas:
- Primera etapa o sífilis primaria. (Aparece entre una y doce semanas después del contagio):
Tras un periodo de incubación (tiempo que transcurre desde que una persona se contagia hasta que presenta síntomas) que dura entre una y doce semanas (por término medio 21 días), se produce una lesión ulcerosa (chancro sifilítico) con aspecto de ampolla o herida abierta. Esta lesión es por lo general indolora y de aspecto limpio, y aparece en la zona de los genitales, por lo general en el pene, vagina o vulva, aunque también se puede manifestar en dedos, boca, pechos y ano. Suele estar acompañada de inflamación no dolorosa ni supurativa de los ganglios de las ingles. En esta etapa la infección es muy contagiosa y puede difundirse con facilidad. La lesión ulcerosa desaparece en unas 5 semanas, con independencia de que se trate o no la infección.
- Segunda etapa o sífilis secundaria (de una semana a 6 meses después del contagio):
Si no se ha realizado tratamiento curativo de la primera etapa de la infección, progresa y se pueden presentar erupciones en la piel del tórax, espalda o extremidades, así como inflamación de los ganglios linfáticos, sobre todo del cuello, axilas e ingles. Puede aparecer fiebre, dolor de garganta, malestar general, con caída de cabello (alopecia) e inflamación de zonas próximas a los genitales o al ano.
En esta etapa la infección es muy contagiosa y se puede difundir a partir de las heridas sifilíticas abiertas presentes en cualquier parte del cuerpo en las que está la bacteria, sin necesidad de practicar actividad sexual alguna. Basta con un simple beso.
A menudo los síntomas son tan leves que no se perciben e incluso desaparecen con rapidez, pero a pesar de ello la bacteria se mantiene en el organismo.
- Tercera etapa o sífilis terciaria (después de tres años o más desde el contagio, sin haber recibido adecuado tratamiento):
Puede manifestarse de diversas maneras, según la localización más predominante de la infección: úlceras en la piel y órganos internos, inflamaciones articulares (artritis), pérdida de sensibilidad en brazos y piernas, dolores e incapacidad (lesiones en el corazón, médula...).
Pueden aparecer complicaciones graves con lesiones cardíacas y de vasos sanguíneos que provocan insuficiencia cardiaca o circulatoria, lesiones cerebrales y medulares con riesgo de parálisis, trastornos psíquicos con posible demencia, etc. Casi el 25% de las personas que padece la infección y no recibe adecuado tratamiento queda incapacitado o muere en esta última etapa de la infección. El tratamiento de la sífilis, como el de la gonorrea, precisa de antibióticos, fundamentalmente la penicilina G benzatina, o, como alternativa, las tetraciclinas. En sus dos primeras etapas la sífilis puede ser curada en su totalidad con el tratamiento adecuado; esto no es seguro que suceda cuando se interviene en la tercera etapa, aunque sí pueden detenerse los síntomas.
Durante el embarazo, la bacteria puede ser transmitida al feto, que sufre la infección de manera similar al adulto. Puede provocar un aborto e incluso el nacimiento de un niño con importantes lesiones. Si la madre comienza el tratamiento antes de la semana 18 de embarazo, el riesgo de afección fetal es menor.

jueves, 18 de diciembre de 2014

La sexualidad en las personas con problemas del corazón

La frecuencia de infartos de miocardio anuales en España es de 100 a 250 casos por cien mil habitantes. Para que nos hagamos una idea de su incidencia, esta cifra representa sólo el 20% de los que se producen en EEUU. En términos absolutos, el número total de pacientes con infartos anuales oscila entre 45.000 y 90.000, de los logran sobrevivir entre el 80% al 90%. En relación a la actividad sexual de los pacientes que han sufrido un infarto, se calcula que uno de cuatro afectados no la reanudan, la mitad la reducen de manera muy intensa y tan sólo uno de cada cuatro la equipara a la que tenía antes de sufrir el ataque cardiaco. El descenso tras el infarto tanto en la frecuencia como en el nivel de satisfacción de la actividad sexual se produce de igual manera en el hombre que en la mujer.

Esto supone un grave problema sanitario y, aunque las cosas van cambiando, tanto los médicos como los pacientes rehúsan hablar de la vida sexual del afectado, con lo que no se realiza ni una correcta educación sanitaria ni una adecuada rehabilitación. La baja frecuencia o ausencia de actividad sexual se atribuye a la medicación, a que ya existía con anterioridad algún trastorno sexual (en el hombre con frecuencia suele haber antecedentes de disfunción eréctil) y, sobre todo, al miedo a que después de haber sufrido un infarto la actividad sexual pueda desencadenar otro.

En contra de lo que se cree, la continuidad de la actividad sexual incrementa de manera muy escasa el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio o muerte entre las personas sanas de mediana edad (tan sólo es responsable de un infarto por cada 10.000 producidos) y algo más entre los individuos con riesgo coronario (responsable de un caso por cada 1.000 infartos producidos).

El esfuerzo físico que requiere la realización del acto sexual es, en general, de intensidad ligera-moderada y el gasto energético que requiere es similar a caminar un kilómetro en 15 minutos (en la fase previa al orgasmo) y subir después deprisa a un segundo piso por la escalera (fase del orgasmo). Si se compara el riesgo que tiene la actividad sexual con otras posibles situaciones que pueden desencadenar un infarto, resulta ser semejante al que supone una crisis de cólera o enfado, y desde luego muy inferior al que se corresponde con el ejercicio físico intenso, y esto es así tanto en personas sanas como en las que tienen problemas coronarios. Está demostrado que el factor que más influye en la prevención de un accidente coronario durante la actividad sexual es el estado de forma física, que depende de la práctica habitual de ejercicio físico.

Si han pasado de 6 a 8 semanas después del infarto y no han surgido complicaciones se puede reanudar la actividad sexual siempre con la previa información del cardiólogo.

La sexualidad en las personas que sufren diabetes

Los mecanismos por los que una enfermedad puede menoscabar la vida sexual son numerosos y conviene conocerlos. Están reconocidos como factores de riesgo la diabetes, hipertensión, dislipemias (elevación de los niveles en sangre del colesterol o los triglicéridos), estrés, una vida sedentaria, obesidad, tabaquismo y la toma abusiva de sustancias como alcohol, drogas, etc.

La diabetes es una alteración del metabolismo de los hidratos de carbono que se caracteriza por un aumento excesivo de la glucosa en sangre.

Existen dos tipos de diabetes, la diabetes Tipo I, que suele presentarse de manera brusca, en personas jóvenes y requiere tratamiento con insulina, y la diabetes Tipo II, que comienza de manera insidiosa, con pocos síntomas, habitualmente en personas mayores de 35 años y que suele tratarse con fármacos orales.

La diabetes Tipo II está muy relacionada con la obesidad y es más frecuente que provoque trastornos circulatorias, sobre todo cerebrales y cardíacas. También suelen asociarse en mayor medida a otras enfermedades como hipertensión y dislipemia (colesterol alto).

La diabetes, en cualquiera de su dos tipos, produce, dentro de los 10 primeros años de su diagnóstico, disfunción sexual en aproximadamente la mitad de los pacientes y según avanza la enfermedad la cifra aumenta. Los trastornos sexuales afectan sobre todo a la fase de excitación y provocan dificultades de excitación y de lubricación en la mujer, y disfunción eréctil en el hombre. Esta afectación de la excitación sexual en las personas con diabetes es más progresiva y grave que la que ocurre con otras enfermedades, y a lo largo de su evolución se le asocian trastornos de deseo y también en el orgasmo. A la acción negativa de la diabetes sobre la función sexual se suma la de otras enfermedades que suelen ser simultáneas como hipertensión, colesterol alto e incluso la toma de algunos medicamentos.

La disfunción eréctil, mal llamada impotencia, consiste en la incapacidad para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual. En el hombre con diabetes es muy frecuente y tiene su origen en los trastornos circulatorios y neuropáticos que la enfermedad provoca, y si no se trata médicamente, aumenta con la edad y los años de evolución de la enfermedad. Con el tiempo, la disfunción eréctil genera pérdida de confianza en la propia capacidad para alcanzar la erección, temor a fracasar e incomunicación con la pareja, que podrá malinterpretar algunas conductas (suele pensar que ha perdido atractivo o que hay otra persona de por medio) y es fácil que se produzca un grave conflicto. Todo ello tiende a perpetuar la disfunción eréctil y a que se asocien trastornos del deseo y del orgasmo si no se realiza un adecuado tratamiento. La diabetes agrava y acelera los trastornos vasculares en el pene típicos del varón que envejece.

En la mujer con diabetes se han comprobado los trastornos del deseo, las dificultades en la lubricación vaginal y la anorgasmia. La disminución o ausencia de la libido o del deseo puede tener un origen psicológico (relaciones insatisfactorias, ansiedad, sentimiento de inferioridad, vergüenza, baja autoestima), pero también a menudo está relacionada con la enfermedad, debido a que los altos niveles de glucosa pueden ocasionar cansancio intenso, lo que conlleva descenso del deseo. El problema sexual más frecuente son las dificultades para obtener una adecuada lubricación por afectación de la excitación asociada a una falta de expansión vaginal, lo que conduce a unas relaciones coitales irritables y dolorosas (dispareunia) y que suelen acarrear disminución del deseo e incluso rechazo a las relaciones sexuales. La anorgasmia o incapacidad para alcanzar el orgasmo la produce la falta de lubricación y el coito doloroso. Un factor añadido que multiplica el rechazo sexual es la frecuente aparición de infeccione s vaginales, propiciadas por los elevados niveles de glucosa, que provocan molestias (mal olor, picor, sensación de suciedad).

La sexualidad en el hombre con problemas de próstata

La próstata es una glándula masculina situada debajo de la vejiga que recubre la uretra (conducto que comunica la vejiga con el exterior). Tiene el tamaño aproximado de una almendra, produce gran parte del líquido que se expulsa con la eyaculación y por ella circula la orina y el semen.

La próstata se contrae durante el orgasmo y durante la eyaculación descarga en la uretra el líquido prostático que se vierte al exterior junto con los espermatozoides producidos en los testículos y otros fluidos procedentes de distintas glándulas. Este órgano no juega ningún papel en el mecanismo de la erección del pene, pero tiene relación directa con los nervios implicados en ella.

A partir de los 40 años, el hombre puede tener problemas prostáticos; a los 50 años más de la mitad presentan síntomas y por encima de los 80 años afectan al 90%. La causa más frecuente de estos problemas es el adenoma de próstata, también conocida como hipertrofia benigna de próstata o tumor benigno, que provoca agrandamiento de dicho órgano y dificultad para orinar, a menudo muy severa. Se cree que su origen está relacionado con las hormonas masculinas (andrógenos), en concreto con la testosterona.

El tratamiento de los trastornos prostáticos suele repercutir en la función sexual. Por ello es muy recomendable, antes de comenzar, informarse, primero con el médico de familia y después con el urólogo. Es frecuente utilizar fármacos con efecto bloqueador de las hormonas sexuales masculinas, antiandrógenos, que pueden provocar una marcada disminución de la libido y disfunción eréctil, que una vez reconocidos y cuando la salud lo permita, pueden ser tratados por un sexólogo para recuperar lo perdido.

Después de cualquier intervención quirúrgica sobre la zona genital es frecuente que se produzca un fuerte impacto psicológico y ello puede acarrear trastornos sexuales de causa emocional como problemas de deseo, disfunción eréctil o insatisfacción sexual.

En ocasiones, con la toma de algunos medicamentos, en pacientes con diabetes y operados de próstata se produce eyaculación retrógrada, denominada así porque durante la eyaculación, el semen pasa a la vejiga en lugar de salir por la uretra; en el momento del orgasmo no se expulsa semen al exterior y se elimina después con la orina. Si la eyaculación retrógrada es debida a medicamentos, su suspensión suele restaurar la eyaculación normal, pero si es causada por cirugía prostática o diabetes no se suele corregir.

Conceptos sencillos sobre grasas y colesterol

- Los ácidos grasos saturados son sólidos.
- Los ácidos grasos insaturados y poliinsaturados son líquidos, pero cuando se someten al calor se convierten en saturados (un buen ejemplo es el aceite).
- Grasas trans: resultantes de añadir hidrógeno a las grasas vegetales, por lo que puede aumentar el colesterol....
- LDL-colesterol: conocido como colesterol "malo". Transporta el colesterol y lo deposita en las paredes arteriales.
- HDL-colesterol: conocido como colesterol "bueno". Retira el colesterol de las paredes arteriales y lo envía al hígado, desde donde se elimina.
- Los niveles de colesterol en sangre vienen determinados por la genética (se fabrica más o menos colesterol), y por la ingesta en la dieta.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Trastorno del deseo sexual hipoactivo

El Trastorno del deseo sexual hipoactivo ( TDSH) consiste en la ausencia reiterada y persistente de fantasías sexuales o interés para realizar algún tipo de actividad sexual. Tal y como explica la doctora Francisca Molero, vicepresidenta de FESS (Federación Española de Sociedades de Sexología), este tipo de alteración afecta tanto al ámbito de la pareja como a la esfera psicológica, creando mucha angustia a la persona que la sufre. El TDSH se define de ésta manera cuando no tiene una causa farmacológica o de tipo orgánico que lo pueda justificar. No obstante, también hay que tener en cuenta la etapa vital de la mujer y la relación de pareja que mantiene.
CAUSAS del TDSH:
Las causas que provocan este tipo de trastorno sexual son muy variadas. De hecho podemos hablar de causas multifactoriales, teniendo siempre en cuenta factores orgánicos, psicológicos y del entorno. Al definir esta alteración hablamos de aquellos motivos que tienen que ver más con la parte orgánica, como los de tipo hormonal, y también de los relativos a enfermedades diversas. La toma de según que fármacos también puede incidir y hacer que disminuya el deseo sexual. Lo mismo ocurre con los problemas de pareja y con la calidad emocional y sexual que mantenga con ésta. Por último no hay que olvidarse de causas como el estrés, la fatiga o las preocupaciones que, evidentemente, también tienen su influjo a nivel sexual.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
La flibanserina es el principio activo que conforma el nuevo fármaco no hormonal que se presenta como solución al trastorno sexual del que hablamos. Los estudios pre-clínicos que se han realizado muestran que actúa a nivel de las vías serotoninérgicas, modulando su secreción e influyendo en las vías de la dopamina y la noradrenalina. Estos dos son los neurotransmisores cerebrales implicados en la respuesta sexual, y su alteración o desequilibrio puede provocar trastornos sexuales. Por tanto, una de las maneras de afrontar esta problemática es por medio de este medicamento que actúa a nivel de los centros cerebrales, modulando la serotonina.
DISFUNCIÓN SEXUAL FEMENINA
Los problemas de disfunción sexual femenina son cada vez más frecuentes. Lo cierto es que cada vez se consulta más y las mujeres que los padecen también se sienten más motivadas para preguntar a su ginecólogo. Estos profesionales son los que de forma natural reciben las consultas de este tipo, algunas veces coincidiendo con épocas vitales en la vida de sus pacientes como puede ser la menopausia. De todas formas hay que aclarar que la menopausia no es una causa del TDSH aunque sí un factor añadido que predispone a sufrirlo. Se vaticina que los casos de TDSH irán en aumento porque el perfil de mujeres que consulta va creciendo cada vez más. Por eso los ginecólogos deben estar motivados para buscar más información sobre el tema, ya que constituye todo un nuevo reto en su profesión.
SOLUCIONES POSIBLES
A parte del tratamiento comentado anteriormente también se deben tener en cuenta las terapias sexuales de tipo cognitivo conductual que dan muy buenos resultados. Sin embargo los especialistas tienen muchas expectativas con los fármacos que contienen flibanserina ya que su eficacia es muy alta y además ayudarán y mejorarán la eficacia de la terapia sexual para curar trastornos de ese tipo