El SIDA: 33 años después
En junio de 1981,
Michael Gotlieb publicaba la descripción de los primeros casos de SIDA. Han
pasado 30 años desde entonces. Probablemente no haya otro virus mejor conocido
que el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), causante de tan temida
enfermedad.
Un informe
publicado en 2003 por la OMS (Organización Mundial de la Salud), reconocía que
en catorce países africanos los niveles de mortalidad infantil eran mayores que
en 1990. La principal causa de esta regresión era el SIDA.
España fue el país
con más sida de Europa durante la década de los noventa. Esta epidemia de SIDA fue sobre todo la consecuencia del uso intravenoso de heroína, y del
intercambio de jeringuillas entre varios usuarios. Varios miles de
heroinómanos, enfermos de SIDA, fallecieron por la enfermedad. Este suceso
propició un cambio de hábitos y, el mayor uso de cocaína, siendo España el país
de Europa con mayor consumo de ésta droga.
En 1996 se
cuantificó la carga viral y se dispuso de un tratamiento combinado de alta
efectividad que, aunque no conseguía erradicar el virus del organismo enfermo,
servía para mantenerlo a raya.
El SIDA era antes
rápidamente mortal, mientras que ahora se ha convertido en una enfermedad
pseudo-crónica. Pero el tratamiento de mantenimiento que debe seguirse de por
vida es caro y, sólo está disponible en los países más ricos, pero donde más
falta hace es en África. Así, sólo uno de cada diez enfermos africanos puede
disponer de tratamiento.
Se ha criticado que
se ha invertido mucho más en tratamiento que en prevención. Desarrollar los
nuevos fármacos antivirales ha costado mucho dinero, y se ha llevado la mayor
parte en las inversiones realizadas para luchar contra el SIDA. Continuamente
han ido apareciendo resistencias y toxicidades, y esto ha complicado y
encarecido los tratamientos. La prevención ha sido el hermano pobre.
Un infectado tarda
unos diez años en convertirse en enfermo de SIDA. Mientras tanto es un portador
sano que puede infectar, pero habitualmente, ni él ni sus contactos, suelen
saberlo. Los portadores sanos son la gran pesadilla para el control de las
enfermedades transmisibles.
Se estima que ahora
el 80% de las nuevas infecciones se deben a transmisión sexual. También han
aumentado el número de casos de sífilis y gonorrea. La causa de la enfermedad
es un virus, pero la causa de la epidemia es un comportamiento que consiste en
los frecuentes cambios de pareja sexual.
Es obvio que si
cada año siguen produciéndose cinco millones nuevos de infecciones en el mundo,
y las personas infectadas deben recibir un tratamiento caro de por vida, no es
posible la sostenibilidad del tratamiento, y menos en los tiempos de crisis
económica que corren. No hay sistema sanitario que pueda costearlo.
Es por tanto, en la
prevención, donde hay que hacer hincapié para controlar no sólo al VIH sino al
resto de virus causantes de enfermedades de transmisión sexual. Y esta
prevención es un papel, no sólo de las autoridades gubernamentales, sino de
todos nosotros.
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