domingo, 10 de agosto de 2014

El cáncer se cura...

El cáncer se cura…

       Recientemente he leído el libro del Dr. José Ramón Germà Lluch, de la editorial Planeta, con el título: “El cáncer se cura; 50 historias reales de esperanza”. El autor, que es el Director de Desarrollo Oncológico y Jefe del Servicio de Oncología Médica del Instituto Catalán de Oncología, y que carga sobre sus espaldas, más de treinta años de experiencia clínica, nos ofrece una visión optimista, pero real, del tratamiento actual de esta enfermedad.

       El doctor Germà, nos habla de un sesenta y cuatro por ciento de curaciones, a nivel general, por lo que quiere ofrecernos una botella, vista medio llena.

       Otras de las ideas que nos lanza a través del libro, son: que cuando el cáncer no puede curarse, sí que puede aliviarse; que el mal pronóstico de hoy, puede convertirse en buen pronóstico el día de mañana; que mientras hay vida, hay esperanza y, por lo tanto, mientras hay esperanza, hay vida.

       Aunque debido al envejecimiento de la población, el número de casos nuevos –incidencia- de tumores, también se va incrementando, lo cierto es, que podemos combatirlos mejor; así, la supervivencia esperada hoy en día, a los veinte años del primer diagnóstico, ronda el noventa por ciento en el tumor de testículo y tiroides, el ochenta por ciento en los melanomas –tumor de piel- y, en el tumor de próstata y endometrio, setenta por ciento en el de vejiga, sesenta y cinco por ciento en el de mama, sesenta por ciento en el de cuello uterino y, más del cincuenta por ciento en el de colon, ovario y riñón, por citar algunos. Sin duda, ejemplos tan conocidos como el del ganador de siete vueltas de Francia, ofrecen esperanza; el norteamericano Lance Amstrong (de quien nuestro ciclista Chechu Rubiera, se convirtió en su mejor gregario), consiguió vencer al cáncer de testículo que padecía y, que no le impidió vestir la camiseta amarilla, por las carreteras francesas. Es más: actualmente ha decidido ponerse nuevamente sobre la bicicleta, para ofrecer espectáculo y, demostrar, como hemos dicho, que donde hay esperanza, hay vida.

       El cáncer, es fruto de la alteración de alguno de nuestros treinta mil genes, que se encuentran presentes en los cuarenta y ocho cromosomas, que posee cada célula normal. Y ésta célula, sea por el motivo que sea, posee todo el potencial, para convertirse en una célula cancerígena.

       Existen unos genes, a los que en su día se bautizaron con el nombre de oncogenes, que son capaces de acelerar los diferentes procesos de crecimiento y multiplicación de las células. ¿El resultado? Un crecimiento celular desmesurado y, no controlado, que aboca a la formación de tejido tumoral.

       Otros genes, denominados supresores, frenarían a los anteriores; ahora bien: si por cualquier motivo se alteran éstos, la ausencia del freno desencadenaría una aceleración de los oncogenes, con la consiguiente proliferación celular, totalmente descontrolada.

       Como ven, el estudio de los genes nos aportará en un futuro (esperemos que sea próximo) grandes avances en el tratamiento de los tumores. Pero donde también se está investigando con ahínco, es en la inhibición de la neoangiogénesis. ¿Y qué significa éste término? Sabemos, que las células cancerígenas son capaces de formar nuevas venas y arterias –angiogénesis-, con el fin de alimentarse y poder crecer en número. Si algún día, se encuentra la manera de impedir ésta formación de nuevos vasos sanguíneos, estaríamos asestando un buen golpe, al desarrollo tumoral.


       De estas y más cosas, nos habla el Dr. Germà en su libro; un libro escrito con un lenguaje accesible, pues pretende ser divulgativo y…, verdaderamente lo logra.

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