domingo, 28 de septiembre de 2014

Sedentarismo y sobrepeso como factores de riesgo en la detección del cáncer de próstata

El Servicio de Urología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona llevó a cabo un trabajo clínico para estudiar la relación del cáncer de próstata (CP), y su malignidad, con la presencia de sobrepeso y sedentarismo, y que publicó en la revista <<Actas Urológicas Españolas>>.

Se realizó biopsia de próstata a 2.408 varones con PSA elevado (91%) o exploración física sospechosa (9%), y se halló una asociación significativa con los dos factores de riesgo arriba señalados.

Es conocido que el CP es la segunda neoplasia maligna más frecuentemente diagnosticada entre los varones de todo el mundo y la sexta causa de mortalidad oncológica. En España, la incidencia -casos nuevos- de CP en 2010 fue de 82 casos por cada 100.000 varones.

Por otra parte, es sabido que la obesidad ha aumentado de manera alarmante en países industriales, adquiriendo rasgos de epidemia tanto en Estados Unidos de Norteamérica como en Europa, siendo por ello un problema de salud pública.

También hay que decir que, la actividad física es un factor modificable del estilo de vida, cuyo papel en la prevención oncológica, incluyendo el CP, está siendo progresivamente reconocido. La actividad física y la obesidad están relacionadas, de manera que la primera desempeña un papel importante en la prevención de la segunda.

Sabiendo que, la prevención de enfermedades a través de la modificación de hábitos de vida está adquiriendo cada vez más importancia, el equipo de Urología del Vall d’Hebron, dirigido por el Dr. Morote, decidió realizar este trabajo clínico cuya fase de campo de trabajo llevó a cabo entre 2006 y 2011.

De sus resultados se obtiene, además, que la asociación de sedentarismo con obesidad va ligado a un CP más agresivo.

Así, la influencia de la actividad física en el riesgo de CP y su agresividad ha sido analizada en tres grandes estudios poblacionales y prospectivos, tanto en Estados Unidos como en Europa. En los tres se ha visto un efecto protector del ejercicio sobre la agresividad tumoral. Y, en un reciente metaanálisis que incluyó a 88.292 hombres se sugiere una discreta asociación entre la actividad física y el riesgo de padecer CP.

Los mecanismos biológicos a través de los cuales la actividad física puede reducir el riesgo de CP no son del todo claros. Sin embargo, se ha constatado cómo la actividad física puede reducir los niveles endógenos de testosterona y de insulina sérica, cuya repercusión en la carcinogénesis prostática es conocida. Además, el ejercicio físico mejoraría la actividad inminutaria y los mecanismos de defensa antioxidantes, los cuales, también, pueden influir en el riesgo de CP.


Por todo ello se deduce, que modificar nuestros hábitos de vida para lograr que sean lo más saludables posibles, también es recomendable en la prevención del CP.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Escherichia Coli: una bacteria de cuidado

La Escherichia Coli (E. Coli) es una bacteria que se encuentra en el intestino humano y de otros animales. Hay muchos tipos diferentes de esta bacteria y, aunque la mayoría son inofensivos, sin embargo, algunos son capaces de producir enfermedades relacionadas con el tracto urinario y gastrointestinal.

En general, podemos decir que E. Coli presenta la peculiaridad de adherirse a la superficie interna (mucosa) de la vía urinaria, a través de unas estructuras que denominamos adhesinas o fimbrias. Por tanto, el grado de infectividad bacteriana irá en paralelo con la capacidad de adherencia de E. Coli. Inicialmente colonizará la vejiga, originando una infección urinaria que conocemos como cistitis; pero si la infección asciende hasta el riñón, puede desencadenar una infección del mismo que se etiqueta con el término pielonefritis. En el varón, si existe una dificultad para eliminar la orina (véase, en los problemas de próstata), ésta retrocede introduciéndose por los conductos eyaculadores de la próstata; ello puede afectar a su parénquima, originando una infección de la próstata que conocemos como prostatitis.

Ahora bien: entre los tipos de E. Coli, hay algunos que originan gastroenteritis; estas pueden ser desde leves hasta graves; así, el E. Coli enterohemorrágico, que se destaca por su patogenicidad puede ocasionar desde dolores estomacales con vómitos y diarreas sanguinolentas, hasta un cuadro clínico conocido cono síndrome hemolítico urémico, que se caracteriza por anemia hemolítica (destrucción de los glóbulos rojos), trombopenia (disminución del número de plaquetas) e insuficiencia renal aguda que, con frecuencia, requiere hemodiálisis. La mayoría de las personas se recupera en unas semanas, pero, en ocasiones, el daño es permanente, afectando al hígado, al páncreas e incluso al sistema nervioso central.

¿Pero cómo se contagian los E. Coli que ocasionan gastroenteritis?  Pues se transmiten vía oral, al ingerir agua o alimentos contaminados; pero, también, puede transmitirse a través del contacto directo con personas o animales infectados, aunque esta última vía sea más infrecuente.

Esta bacteria puede propagarse a través de las personas que no se lavan las manos después de ir al baño, o de cambiar el pañal al niño. ¿Cuántas son las personas que, todavía, a día de hoy, no se lavan las manos después de pasar por el baño? ¡Muchas, demasiadas! Este es un hábito que hay que insistir hasta el aburrimiento.

Es fundamental, también, lavarse muy bien las manos antes de cocinar y siempre que se haya estado en contacto con animales. Importantísimo evitar las contaminaciones cruzadas, como el hecho de usar el mismo cuchillo para cortar carne y después para otros alimentos, sin antes haberlo lavado con agua y jabón.


Igualmente, es aconsejable lavar bien los alimentos vegetales, ya que las bacterias pueden contaminar los abonos animales empleados en agricultura y sobrevivir en la superficie de las verduras; así que, mucho cuidado con las ensaladas y a lavarse las manos con frecuencia.

http://www.bubok.es/libros/236737/Urologia-para-la-pareja-Lo-que-toda-pareja-quisiera-que-le-explicara-su-urologo

¿Existe la menopausia masculina?

Así como en la  mujer, aproximadamente en torno a los 50 años, se produce un brusco cese de la secreción hormonal de los ovarios, que da lugar a la etapa conocida como menopausia, en el varón desde los 40 años de edad, se va produciendo un descenso anual en torno al 1%, en la secreción de testosterona, por parte de los testículos. A este evento, se le conoce a nivel coloquial como andropausia, andropenia, o menopausia masculina, pero a nivel médico, se le ha bautizado con el término: “Hipogonadismo masculino de inicio tardío”.

Entre un 15% y un 20% de los hombres, que se encuentran entre los 60 y 80 años, tienen un déficit de secreción de testosterona y, esto se suele acompañar de unos síntomas que merece la pena diagnosticar a tiempo, para ofrecer el oportuno tratamiento sustitutivo.

¿Y cuáles son los síntomas del hipogonadismo de inicio tardío? Pues los más habituales son la debilidad muscular, con presencia de fatiga, la tendencia a la depresión, el carácter irritable, pérdida de memoria, mayor frecuencia de fracturas óseas, por pérdida de su mineralización, o lo que es lo mismo, por presencia de osteoporosis, la disminución de la libido o del apetito sexual, la disfunción eréctil o impotencia, etcétera.

Pero además de todos estos problemas mencionados, investigaciones científicas recientes, como es el estudio denominado “Rancho Bernardo”, demuestran que los varones con niveles más bajos de testosterona en sangre, viven menos tiempo, e incluso tienen de dos a tres veces más posibilidades de desarrollar un tumor maligno, un problema cardiovascular agudo (angina de pecho, infarto de miocardio), o un síndrome metabólico x (diabetes + cifras elevadas de colesterol + obesidad), que aquéllos varones con niveles normales de testosterona en sangre.

Conocido es, desde hace varias décadas, que el tumor de próstata se alimenta de las hormonas masculinas y, así se demostró en su momento, de forma experimental, que cuando se castraba a un animal de laboratorio, el tumor detenía su evolución; éste hallazgo, motivó que se premiara a sus investigadores, con un premio Nóbel de Medicina. En la práctica médica, se utilizan los tratamientos antihormonales, para tal fin; sin embargo, y de forma paradójica, se ha visto que un tercio de los tumores de próstata ocurren en hombres con niveles bajos de testosterona y, que este tipo de cánceres son los que peor evolucionan. Falta por lo tanto, mucho por estudiar e investigar, para conocer los recónditos secretos que la naturaleza humana esconde, en el desarrollo y evolución del tumor de próstata.

Pero volviendo al hipogonadismo masculino de inicio tardío, tendríamos que preguntarnos si tiene tratamiento y, efectivamente, podremos contestar rotundamente que sí, que podemos ofrecer un tratamiento sustitutivo de testosterona. Así, de esta manera, podremos restaurar los niveles normales en sangre, de esta hormona masculina. La industria farmacéutica, pone hoy en día, a nuestro servicio, presentaciones a base de geles, parches, e incluso existe una inyección intramuscular trimestral.

Como podemos observar, los tabúes de la masculinidad, se van despejando progresivamente y, se van haciendo claros en el horizonte, que despejan los secretos más celosamente ocultos del organismo humano.


Su conocimiento, lleva implícitamente ligado el estudio y aplicación de su tratamiento personalizado, pero para ello, es fundamental hacer frente a la realidad y, dejar apartados tabúes y vergüenzas, para que el varón se siente ante su médico y, le explique sus problemas más íntimos y personales.

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Retazos sobre el cáncer de próstata


Me lo soltó de sopetón; estábamos en una cafetería del centro de la ciudad, donde él me había citado, y al poco de saludarnos me dijo: tengo un cáncer de próstata. Mi primera reacción fue de sorpresa, pero un segundo después, y viendo cuál era el motivo de la cita, tomé las riendas de la conversación.

-      ¿Y cuándo te has enterado del diagnóstico?

-      Ayer, a la tarde. Fui a la consulta del urólogo y me lo confirmó; no te quise decir nada hasta no conocer el resultado de la biopsia.

-      ¿Y tenías algún síntoma? ¿Qué es lo que te motivó para que fueras al urólogo?

-      Como mi padre tuvo ya un tumor maligno de próstata, anualmente aprovecho el reconocimiento general para solicitar la sustancia específica de la próstata, el PSA; y me salió elevado, concretamente de 5,6. A partir de aquí se desencadenó la consulta con el urólogo, quien estimó oportuno la biopsia de la próstata. Y quería estar contigo, porque estoy muerto de miedo.

Mi amigo se encuentra en la década de los sesenta, sin grandes factores de riesgo, por lo que, podríamos decir que es una persona de aspecto saludable. Todo hacía pensar que, el pronóstico de su cáncer iba a ser favorable, y por lo tanto, no le iba a comprometer a su vida.

-      Bueno, ya sabes que el 10% de todos los casos de cáncer de próstata tienen una base genética; y que, si un familiar de primer grado tiene la enfermedad, como es tu caso, como mínimo, el riesgo se duplica. Y si son dos familiares de primer grado, los que han padecido el tumor de próstata, entonces, el riesgo se incrementa entre cinco y once veces.

-      Por eso me hacía los controles anuales, porque en alguna ocasión te había oído decir que el cáncer  de próstata tiene una base genética. ¿Pero hay alguna circunstancia más que lo favorezca?

-      Hay un consenso en que se produce mayor mortalidad entre los varones obesos, aunque se desconoce el motivo; no obstante, el consumo de grasas está muy relacionado con la incidencia  de la enfermedad, y en concreto con el consumo de grasas saturadas, es decir, grasas de origen animal, sobre todo la carne roja.

-      ¿Y el pescado, es bueno o malo?

-      Pues, los ácidos grasos omega-3, que proceden del pescado, parecen estar relacionados con una disminución del riesgo de padecer tumor de próstata.

-      Pues, ya ves: yo, ni estoy obeso ni consumo mucha carne, pues me gusta más el pescado.

-      Ya, pero hay otros factores que, hoy por hoy, desconocemos; todavía nos falta mucho por saber sobre tumor de próstata.

-      También, he leído que, incluso, la vitamina D, la soja, el té verde, o el tomate, por ejemplo, son beneficiosos, y pueden ser factores protectores contra el tumor de próstata.


-      Es cierto, y se está investigando en ello para determinar fielmente el grado de protección que pueden aportar. Pero en tu caso, lo más importante es saber que, gracias al diagnóstico temprano que se te ha podido realizar, cualquier tratamiento que se te aplique va a ser curativo, y esto sí que es una gran noticia, así que mucho ánimo.