El Servicio de
Urología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona llevó a cabo un trabajo
clínico para estudiar la relación del cáncer de próstata (CP), y su malignidad,
con la presencia de sobrepeso y sedentarismo, y que publicó en la revista
<<Actas Urológicas Españolas>>.
Se realizó
biopsia de próstata a 2.408 varones con PSA elevado (91%) o exploración física
sospechosa (9%), y se halló una asociación significativa con los dos factores
de riesgo arriba señalados.
Es conocido que
el CP es la segunda neoplasia maligna más frecuentemente diagnosticada entre
los varones de todo el mundo y la sexta causa de mortalidad oncológica. En
España, la incidencia -casos nuevos- de CP en 2010 fue de 82 casos por cada
100.000 varones.
Por otra parte,
es sabido que la obesidad ha aumentado de manera alarmante en países
industriales, adquiriendo rasgos de epidemia tanto en Estados Unidos de
Norteamérica como en Europa, siendo por ello un problema de salud pública.
También hay que
decir que, la actividad física es un factor modificable del estilo de vida,
cuyo papel en la prevención oncológica, incluyendo el CP, está siendo progresivamente
reconocido. La actividad física y la obesidad están relacionadas, de manera que
la primera desempeña un papel importante en la prevención de la segunda.
Sabiendo que,
la prevención de enfermedades a través de la modificación de hábitos de vida
está adquiriendo cada vez más importancia, el equipo de Urología del Vall
d’Hebron, dirigido por el Dr. Morote, decidió realizar este trabajo clínico
cuya fase de campo de trabajo llevó a cabo entre 2006 y 2011.
De sus
resultados se obtiene, además, que la asociación de sedentarismo con obesidad
va ligado a un CP más agresivo.
Así, la
influencia de la actividad física en el riesgo de CP y su agresividad ha sido
analizada en tres grandes estudios poblacionales y prospectivos, tanto en
Estados Unidos como en Europa. En los tres se ha visto un efecto protector del
ejercicio sobre la agresividad tumoral. Y, en un reciente metaanálisis que
incluyó a 88.292 hombres se sugiere una discreta asociación entre la actividad
física y el riesgo de padecer CP.
Los mecanismos
biológicos a través de los cuales la actividad física puede reducir el riesgo
de CP no son del todo claros. Sin embargo, se ha constatado cómo la actividad
física puede reducir los niveles endógenos de testosterona y de insulina
sérica, cuya repercusión en la carcinogénesis prostática es conocida. Además,
el ejercicio físico mejoraría la actividad inminutaria y los mecanismos de
defensa antioxidantes, los cuales, también, pueden influir en el riesgo de CP.
Por todo ello
se deduce, que modificar nuestros hábitos de vida para lograr que sean lo más
saludables posibles, también es recomendable en la prevención del CP.