¿El embarazo embrutece?
Hace algunas
semanas descubrí un artículo, en prensa “de al otro lado del charco”, que decía
que, un trabajo clínico había comprobado que la maternidad no embrutecía, y
tanto el titular (que después cambiaron a “La maternidad mejora la inteligencia”),
como la investigación médica, me hicieron reír (de soslayo) por su sinsentido.
Sin embargo, después de un rato de “rumiar” el tema, me empecé a irritar, y me
quedé con la duda de si realmente existe un prejuicio tan serio sobre el tema como
para que entidades, como el Instituto Nacional Mental de EEUU, decidan hacer
pruebas en ratones para medir el impacto de la maternidad sobre sus pequeños
cerebros, y así poder verificar si los resultados obtenidos se reproducen en el
caso de las mujeres.
Menos
mal, que los roedores decidieron demostrar a los científicos que la maternidad
no solo NO embrutece, sino que permite que el cerebro realice nuevas conexiones
para aprender a manejar una logística de vida más compleja (qué sabios los
ratones).
Me
sorprendió, al seguir indagando sobre estos aspectos, que aparte de estos
estudios, en Norteamérica, y seguramente también en otros rincones del mundo,
se tengan que publicar libros sobre “el cerebro de mamá”. No tengo problemas
con el tema en general, pero me pregunto si todo esto sigue demostrando la
creencia, que creía superada, de que el cerebro femenino es menor que el
masculino (Dios nos libre).
La
autora de un libro sobre el cerebro materno (Katherine Ellison) decidió –según dicho
artículo-, escribir sobre cómo crece el
cerebro femenino, porque se sintió tildada de “bruta” por ser madre en los Estados
Unidos de Norteamérica, ¡hasta dónde hemos de llegar!
Soy
un empecinado defensor en cuanto a que todos debemos tener las mismas
oportunidades, en todas las esferas de la vida, independientemente del sexo,
raza y religión, y estudios sobre la capacidad intelectual de una madre me
ofenden. Sí, claro, la vida cambia profundamente con la llegada de los hijos,
pero más que embrutecer, estos nuevos retos ayudan inmensamente a manejar
escenarios más complejos de vida familiar y laboral, y no son nada negativos,
sino todo lo contario: a una mujer, el hecho de ser madre le ayuda a crecer, a
madurar.
Trabajar,
trabajar y trabajar deja de ser una prioridad (menos mal), pero hoy en día,
afortunadamente, casi todas las mujeres quieren tener algún tipo de ejercicio
laboral satisfactorio, aunque no estén obligadas a hacerlo para mantener a su
prole.
Sin embargo,
soy consciente, de que en algunos ámbitos hay mujeres que están viviendo su
maternidad como si fuera un delito, y que se les está haciendo creer en la
existencia de incompatibilidad entre su crecimiento personal, y su crecimiento
profesional. Es de esperar que estas retrógradas situaciones vayan
desapareciendo con el paso del tiempo, y con la mejora de las conexiones
neuronales de algunas mentes obtusas y obsoletas.
Así
que, en vez de comprobar que las mujeres embrutecen durante el embarazo, los
estudios deberían centrarse en cómo lograr que las mujeres puedan participar
activamente en la economía. Y, si a la vez, cuentan con el apoyo gubernamental,
empresarial y familiar, se garantizará que las siguientes generaciones sean
personas útiles para la sociedad (que
buena falta nos hace a todos, especialmente en estos tiempos que nos toca
vivir).
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