domingo, 10 de agosto de 2014

¿El embarazo embrutece?

¿El embarazo embrutece?
Hace algunas semanas descubrí un artículo, en prensa “de al otro lado del charco”, que decía que, un trabajo clínico había comprobado que la maternidad no embrutecía, y tanto el titular (que después cambiaron a “La maternidad mejora la inteligencia”), como la investigación médica, me hicieron reír (de soslayo) por su sinsentido. Sin embargo, después de un rato de “rumiar” el tema, me empecé a irritar, y me quedé con la duda de si realmente existe un prejuicio tan serio sobre el tema como para que entidades, como el Instituto Nacional Mental de EEUU, decidan hacer pruebas en ratones para medir el impacto de la maternidad sobre sus pequeños cerebros, y así poder verificar si los resultados obtenidos se reproducen en el caso de las mujeres.

       Menos mal, que los roedores decidieron demostrar a los científicos que la maternidad no solo NO embrutece, sino que permite que el cerebro realice nuevas conexiones para aprender a manejar una logística de vida más compleja (qué sabios los ratones).

       Me sorprendió, al seguir indagando sobre estos aspectos, que aparte de estos estudios, en Norteamérica, y seguramente también en otros rincones del mundo, se tengan que publicar libros sobre “el cerebro de mamá”. No tengo problemas con el tema en general, pero me pregunto si todo esto sigue demostrando la creencia, que creía superada, de que el cerebro femenino es menor que el masculino (Dios nos libre).

       La autora de un libro sobre el cerebro materno (Katherine Ellison) decidió –según dicho artículo-, escribir  sobre cómo crece el cerebro femenino, porque se sintió tildada de “bruta” por ser madre en los Estados Unidos de Norteamérica, ¡hasta dónde hemos de llegar!

       Soy un empecinado defensor en cuanto a que todos debemos tener las mismas oportunidades, en todas las esferas de la vida, independientemente del sexo, raza y religión, y estudios sobre la capacidad intelectual de una madre me ofenden. Sí, claro, la vida cambia profundamente con la llegada de los hijos, pero más que embrutecer, estos nuevos retos ayudan inmensamente a manejar escenarios más complejos de vida familiar y laboral, y no son nada negativos, sino todo lo contario: a una mujer, el hecho de ser madre le ayuda a crecer, a madurar.

Trabajar, trabajar y trabajar deja de ser una prioridad (menos mal), pero hoy en día, afortunadamente, casi todas las mujeres quieren tener algún tipo de ejercicio laboral satisfactorio, aunque no estén obligadas a hacerlo para mantener a su prole.

Sin embargo, soy consciente, de que en algunos ámbitos hay mujeres que están viviendo su maternidad como si fuera un delito, y que se les está haciendo creer en la existencia de incompatibilidad entre su crecimiento personal, y su crecimiento profesional. Es de esperar que estas retrógradas situaciones vayan desapareciendo con el paso del tiempo, y con la mejora de las conexiones neuronales de algunas mentes obtusas y obsoletas.


       Así que, en vez de comprobar que las mujeres embrutecen durante el embarazo, los estudios deberían centrarse en cómo lograr que las mujeres puedan participar activamente en la economía. Y, si a la vez, cuentan con el apoyo gubernamental, empresarial y familiar, se garantizará que las siguientes generaciones sean personas  útiles para la sociedad (que buena falta nos hace a todos, especialmente en estos tiempos que nos toca vivir).

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