En la primera parte
nos habíamos quedado en el mecanismo de producción de una infección urinaria.
En esta ocasión, quería comenzar esbozando algunos de los mecanismos de
virulencia del germen.
Sabemos que no todos
los microorganismos que se encuentran en la flora intestinal tienen la misma
capacidad para producir infecciones del tracto urinario. Así, sólo aquellas
bacterias dotadas de una serie de propiedades o factores de virulencia que le
confieren la habilidad para adherirse al uroepitelio -pared interna de la vía
urinaria- del huésped, pueden producirlas.
Y existe un factor
cuya presencia se puede afirmar que es casi indispensable para que se produzca
la colonización del epitelio urinario, y es su capacidad de adhesión. Esta
requiere de la presencia de unas estructuras de la pared bacteriana denominadas
“adhesinas”, que se encuentran en unas estructuras alargadas llamadas “pilis” o
“fimbrias”.
Pero el huésped (la
persona en contacto con estos gérmenes) también tiene unos mecanismos de
defensa, como son:
a) La
integridad anatómica y funcional de la vía urinaria: motilidad ureteral e
integridad de las válvulas vesicoureterales (impiden el reflujo de orina hacia
los riñones), alteradas en pacientes diabéticos y en mujeres embarazadas.
b) Diuresis
con vaciado completo: es un buen mecanismo de defensa, debido a su efecto de
lavado y arrastre; se encuentra alterado en la vejiga neurógena, en la
hipotonía vesical y en alteraciones obstructivas (patología prostática y estenosis
de uretra).
c) Mecanismos
de defensa del propio urotelio: existen una serie de anticuerpos y sustancias
segregadas por el epitelio del tracto urinario que impiden la adherencia
bacteriana. En el varón, el líquido prostático tiene cualidades antisépticas
por su alto contenido en zinc.
¿Y qué
manifestaciones clínicas ofrecen las infecciones urinarias? Pues,
sintomáticamente la cistitis y prostatitis se manifiestan por lo que
denominamos “síndrome miccional”, es
decir: escozor o ardor al orinar, micciones frecuentes, sensación de micción
imperiosa o urgente, y sensación de acabado incompleto; síntomas que pueden
acompañarse de dolor perineal –la zona entre el ano y los genitales-, de dolor
suprapúbico –encima del pubis-, y, habitualmente sin fiebre, excepto en las
prostatitis agudas, en las que además de
una temperatura de 38º o más, existe el deterioro del estado general; en
algunas ocasiones hasta se puede añadir la retención de orina que precisará de
la colocación de sonda para extraer la orina.
La cistitis en
mujeres, aparte de los síntomas miccionales ya mencionados, puede acompañarse
de hematuria –presencia de sangre en la orina-, con orinas malolientes y
turbias. Esta sintomatología se produce por la irritación y la inflamación que
producen los microorganismos en la mucosa vesical –pared interna de la vejiga-.
Cuando un paciente
presenta, además, fiebre (temperatura corporal superior a 38º), asociado a
dolor lumbar, escalofríos y deterioro del estado general, probablemente nos
estamos enfrentando ante una pielonefritis aguda (infección del riñón).
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