sábado, 3 de enero de 2015

Conceptos sobre las infecciones de orina (2ª parte)

En la primera parte nos habíamos quedado en el mecanismo de producción de una infección urinaria. En esta ocasión, quería comenzar esbozando algunos de los mecanismos de virulencia del germen.

Sabemos que no todos los microorganismos que se encuentran en la flora intestinal tienen la misma capacidad para producir infecciones del tracto urinario. Así, sólo aquellas bacterias dotadas de una serie de propiedades o factores de virulencia que le confieren la habilidad para adherirse al uroepitelio -pared interna de la vía urinaria- del huésped, pueden producirlas.

Y existe un factor cuya presencia se puede afirmar que es casi indispensable para que se produzca la colonización del epitelio urinario, y es su capacidad de adhesión. Esta requiere de la presencia de unas estructuras de la pared bacteriana denominadas “adhesinas”, que se encuentran en unas estructuras alargadas llamadas “pilis” o “fimbrias”.

Pero el huésped (la persona en contacto con estos gérmenes) también tiene unos mecanismos de defensa, como son:
a)  La integridad anatómica y funcional de la vía urinaria: motilidad ureteral e integridad de las válvulas vesicoureterales (impiden el reflujo de orina hacia los riñones), alteradas en pacientes diabéticos y en mujeres embarazadas.
b) Diuresis con vaciado completo: es un buen mecanismo de defensa, debido a su efecto de lavado y arrastre; se encuentra alterado en la vejiga neurógena, en la hipotonía vesical y en alteraciones obstructivas (patología prostática y estenosis de uretra).
c)  Mecanismos de defensa del propio urotelio: existen una serie de anticuerpos y sustancias segregadas por el epitelio del tracto urinario que impiden la adherencia bacteriana. En el varón, el líquido prostático tiene cualidades antisépticas por su alto contenido en zinc.

¿Y qué manifestaciones clínicas ofrecen las infecciones urinarias? Pues, sintomáticamente la cistitis y prostatitis se manifiestan por lo que denominamos  “síndrome miccional”, es decir: escozor o ardor al orinar, micciones frecuentes, sensación de micción imperiosa o urgente, y sensación de acabado incompleto; síntomas que pueden acompañarse de dolor perineal –la zona entre el ano y los genitales-, de dolor suprapúbico –encima del pubis-, y, habitualmente sin fiebre, excepto en las prostatitis agudas, en las que además  de una temperatura de 38º o más, existe el deterioro del estado general; en algunas ocasiones hasta se puede añadir la retención de orina que precisará de la colocación de sonda para extraer la orina.

La cistitis en mujeres, aparte de los síntomas miccionales ya mencionados, puede acompañarse de hematuria –presencia de sangre en la orina-, con orinas malolientes y turbias. Esta sintomatología se produce por la irritación y la inflamación que producen los microorganismos en la mucosa vesical –pared interna de la vejiga-.


Cuando un paciente presenta, además, fiebre (temperatura corporal superior a 38º), asociado a dolor lumbar, escalofríos y deterioro del estado general, probablemente nos estamos enfrentando ante una pielonefritis aguda (infección del riñón).

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